Todos convergen en que las tomas tienen tintes con la política partidista del país,y pocos se detienen a analizar la crisis desde su génesis y desde análisis que integren categorías conceptuales para un nuevo comprender de la universidad pública. Es fácil ser pensador y cuestionador de la lucha estudiantil, lo difícil es no caer en los tartamudeos de la historia.
El surgimiento de la universidad pública desde su ruptura con la universidad tradicional luego del proceso de Córdoba, se constituyó como una institución de vanguardia intelectual hacia los problemas más latentes de la sociedad. El proceso reformista de Córdoba se caracterizó por ser un proyecto más político que académico, aunque no se olvida los grandes logros por conquistar los espacios de democratización de la universidad pública, su fortalecimiento institucional vía la conquista de la autonomía universitaria, el financiamiento de la educación en manos del Estado y su independencia respecto al poder religioso, económico y político de la época.
La universidad tradicional tal como lo recuerda Axel Didrikson (2003), presenta las características de ser una universidad en la cual existe un pensamiento único de reforma, un modelo académico separado de la docencia, investigación y de extensión universitaria, y sus procesos de democratización son determinados por las tecnocracias universitarias que aun susciten en nuestras universidades públicas del siglo XXI. La universidad tradicional hoy subsiste pero transformada, ha sobrevivido a los grandes avatares de la modernidad; las macro universidades, la ecología de saberes, la nueva cuestión social y las nuevas subjetividades y colectivos que componen el campo social universitario.
En el caso de nuestras universidades centroamericanas nos recuerda el profesor Carlos Tunnerman (1978), el pensamiento de la reforma universitaria que diera paso a la ruptura con la universidad tradicional, se vio frenado por la poca importancia que los movimientos sociales de la época le otorgaron a la universidad pública, la injerencia en el modelo educativo de las élites económicas liberales, para la preparación del capital humano técnico y administrativo y los intentos del Estado por modernizar su aparato institucional, con una fuerte dependencia tecnológica para abrir cause a los procesos de modernización. En ese contexto la modernización institucional de nuestras universidades, se vio frenada por el secuestro de la universidad en manos de las élites conservadoras y reaccionaras, que mediante la concepción de un pensamiento único de reforma, secuestraron la universidad a finales del siglo XX y a principios del siglo XXI.
En el caso de la UNXH los procesos de reforma académica, pocas veces pudieron ir más allá de la preparación técnica y administrativa de la masa estudiantil. Con los fuertes procesos de masificación estudiantil en los inicios de la década de los 90, la universidad experimenta las secuelas de la globalización educativa y la congelación académica del pensamiento neoliberal en las aulas universitarias. La UNXH, sin poder aun provocar la ruptura con el modelo de la universidad tradicional, en la década de los 90 se ve inmersa en un proceso de modernización tardía que presenta las siguientes características: un fuerte proceso de ajuste institucional que años más tarde daría paso a la reforma institucional de la UNXH que garantizara la eficiencia, eficacia y transparencia; una reforma académica orientada a procesos de mercantilización del conocimiento en detrimento de la formación educativa humanística, ciudadana y liberadora; y por último, una reforma docente-laboral que trata de modernizar el tejido académico del profesor universitario, bajo los nuevos requerimientos de la flexibilidad laboral de la economía de mercado.
En pleno siglo XXI la UNXH guarda rasgos de ser una universidad tradicional. El pensamiento único de reforma sostenido por un positivismo teórico que no permite avanzar en la concepción integral de reforma universitaria, que comprenda la creatividad intelectual de los sujetos y colectivos universitarios; el pensamiento único de gobernar, que se matiza con el fuerte proceso de ajuste institucional provocador de un centralismo autoritario, que imprime su modelo único de gobernar mediante el cierre de espacios de participación estudiantil y el secuestro de la institucionalidad universitaria; y un pensamiento único académico, sustentado bajo la filosofía del dato y de la cuantificación numérica para argumentar los avances cualitativos de la reforma universitaria, que no es más que la interiorización del pensamiento en manos de un modelo académico perverso y dominador.
En ese marco la mediocridad intelectual no puede ser más perversa. En un reciente libro publicado por el Sociólogo Bounaventura de Sousa Santos (2014), dicta que la ruptura con el pensamiento tradicional en la universidad pública, es el avance de nuevos procesos de socialización, comunicación, organización y politización académica que la universidad ha venido experimentando desde el inicio de siglo. En esos nuevos procesos surge el nuevo sujeto social, que Alain Touraine, rescata en uno de sus últimos libros. En el caso de la universidad ese nuevo sujeto universitario presenta una lógica política autónoma, ya que este se crea fuera de la lógica de los partidos políticos; recrea desde sus prácticas procesos de identidad colectiva que exteriorizan nuevos sentires de la problemática social; y por último, son sujetos que crean nuevos movimientos estudiantiles desde la academia, en la cual su práctica política está determinada por visiones académicas.
¿Cómo comprender los actuales sucesos en desarrollo en la UNXH?, partiendo de los rasgos de una universidad tradicional y la irrupción del espacio universitario por un nuevo movimiento estudiantil en gestación. La tarea no es fácil, pero trataré de poner en cuestión la reacción de las autoridades universitarias ante el posicionamiento de este nuevo movimiento estudiantil. El pensamiento único de reforma universitaria en las actuales autoridades, se presenta mediante un discurso reaccionario, conservador y antiacadémico, sosteniendo que las demandas estudiantiles carecen de lógica y perspectiva, y más deprimente cuando las autoridades su único sustento de debate es el bajo rendimiento académico de los estudiantes que luchan y protestan.
Mediante un análisis de discurso podemos sostener algunas miradas: la necedad intelectual de las autoridades universitarias mediante “la vía conservadora”, con el sentido común de un pensamiento racional que dicta el costo y beneficio de la lucha estudiantil, en detrimento del análisis en totalidad y complejidad de los hechos sociales; la necedad académica, de sostener que el proceso de reforma solo tiene una vía de materialización “la vía tecnocrática”, reduciendo al sujeto estudiantil a un instrumento desprovisto de conocimiento; la necedad autoritaria de deslegitimizar la crisis universitaria, mediante “la vía militar”, el uso de la fuerza coercitiva del Estado, violentando los procesos de autonomía universitaria y abriendo cause a los procesos de militarización de las instituciones públicas. ¿A caso estos no fueron los rasgos de la universidad pública en Centro América en el siglo XX y los principales rasgos de la universidad tradicional?
En la UNXH solamente se ha modernizado el discurso, en nombre de la academia se criminaliza la protesta, se impone la soberbia y se viola la Autotomía Universitaria, mediante la irrupción de militares al Alma Mater se niega las más altas bondades del espíritu cultural de la reforma. El discurso académico es tan mediocre, que se sienta a calumniar una verdad que no existe en el imaginario colectivo, que solo esparce calumnias de verdades absolutas sin rigurosidad metodológica al exprimir un discurso avasallador, que se siente redentor en la oscuridad que nos ilumina. En nombre de la ciencia se basa la mentira moderna de autoridades universitarias que ceden en sus miradas las mas bestiales represiones, desde las científicas hasta las déspotas lujurias que se esconden en las liebres del poder. El germen de la universidad tradicional hace añicos bajo muros de modernidad, que nunca se cuajó en un espacio de redentor científico y sigue manteniendo un cincel en la frente del adversario.
Desde el otro lado, el nuevo movimiento estudiantil en gestación, va más allá de las acusaciones y de las denuncias. Recrea un nuevo sentir histórico en una multitud indignada y pesimista de su futuro académico. La universidad ha dejado de ser el espacio social en el cual la creatividad individual y colectiva de los estudiantes, encuentre un nuevo sentir de emociones, de saberes y de pensares profundos en aras de abrir cause a los grandes desafíos sociales y contemporáneos. La universidad se ha convertido en un centro de máquinas muertas, que no encuentran en la academia desechos para configurarse: esta población estudiantil indignada va más allá de una crítica vertical al sistema educativo universitario, su indignación se perfila por la refundación de una universidad secuestrada por la mediocridad y de un pensamiento único vasallo y mediocre que reduce a un dato la cualidad y calidad del estudiante.
